sábado, 24 de diciembre de 2011

"Pero esto no arregla nada" - Cuento de Navidad

Parados en mitad de la calle desierta, se miraban a la cara con cierta ansiedad. El resultado era una cómica secuencia de exhalaciónes que se convertían en vaho delante de sus caras siguiendo un ritmo binario. Pero nadie que hubiera pasado junto a ellos habría pensado en la palabra "cómico" al verlos. Se mantenían separados, enfrentados, a tres metros el uno del otro. Ella con los brazos cruzados, por encima del abrigo de punto, con el cuello levantado, y con tan sólo una franja de piel visible entre la bufanda y el gorro de lana rojo, franja en la que aparecían un ceño fruncido, una boca empequeñecida y una mirada acusatoria. Él, con los brazos y hombros caídos, su expresión era más de cansancio que de resignación.

-"Vamos" - dijo por fin él.
-"¿Vamos? ¿a dónde quieres que vayamos?"
-"A casa, anda, vamos a casa, que hace frío."


Ella venció la resistencia que la mantenía parada en aquel punto de la acera, y comenzó a andar hacía él,- "Vamos, pero esto no arregla nada, ¿eh?" - dijo antes de llegar a su altura. No le cogió del brazo, no se acercó, no se paró, siguió andando calle arriba.

"No, no arregla nada" - pensaba él, - "pero al menos nos vamos a casa, que hace frío; no arregla nada, pero por lo menos estaremos juntos". 




Recorrieron unas pocas manzanas entre escaparates aún con las luces encendidas y bajo los adornos navideños, iluminados solo para ellos, ya no quedaba nadie más por la calle. A esta hora, las suegras, estrenando permanente y luciendo el collar de perlas recibido en otra navidad, hará ya más de veinte años, reciben a hijas y nueros deshaciéndose en besos y abrazos y en no-hacía-faltas al recibir las botellas de vino o cava que reciben. Las familias se sentarían en torno a los abuelos, callados y con la sonrisa bobalicona que hace que las dentaduras postizas asomen un poco más de lo debido. Para muchos abuelos, ésta sería la última ocasión de ver reunidos a sus familiares, para muchos, la próxima vez que se verán rodeados de esta manera, lo harán en un féretro o en una pequeña urna dorada. Los niños pelearían con el corbatín que su madre se ha empeñado en ponerles. Las niñas estrenarían trajes, y siempre hay un tío, que, de repente, percibe como su sobrina, la que jugaba sobre sus rodillas y se moría de risa con las bromas y cosquillas, ha pegado el estirón, se ha desarrollado, lleva un primer e ingenuo escote, promesa de que pronto jugará sobre las rodillas de otro, mucho más joven que su tío, y con otras risas causadas por otras cosquillas. El chico, que ha aceptado afeitarse, que se ha peinado, que se ha vestido y arreglado medianamente, presentará muerto de nervios a la novia que ha conocido en la facultad a unos padres que para sobreponerse a los nervios y al orgullo de ver como el muchacho se está haciendo un hombre, se mostrarán serios y ausentes aunque correctos ante la chica, que no se separará de la hermana del muchacho, un par de años mayor, que ejercerá de cicerone, rompiendo hielos. Los hermanos se sentarán a la misma mesa, con las cuñadas intercambiando tibios piropos entre sí, halagando pendientes y pulseras; y apenas se mirarán ni hablarán. Al final de la cena, entre cubatas y después de los vinos, se verán discutiendo del nuevo entrenador del atleti.




Caminaban hacia el coche y seguía sin haber nadie en la calle, y sin hablarse. "no arregla nada" seguía pensando y pesando las palabras por el camino, "pero estaremos juntos, por lo menos. Además, tengo preparadas las cigalas, que se van a echar a perder. Y el vino, y el cava y todo. Al menos estaremos juntos, y seguro que la cena nos relaja, ya verás. Y luego, en el sofá, con el vino caliente que te he preparado, el que siempre echas de menos, seguro que estamos más tranquilos. Verás, tengo preparado el CD con la música, verás cómo te gusta. Primero Rodrigo Leao instrumental para la cena, luego algo de Leonard Cohen, que termina con el Take this waltz, y para terminar, cosas sueltas, y algo de Madredeus. Será como siempre, ya verás. En cuanto pruebes el vino caliente, relajarás la tensión en la espalda, te quitarás los zapatos y te arremolinarás en el sofá, con la mantita, vendrán los gatos, pidiendo caricias. Cuando suene el "...waltz" de Cohen te levantaré del sofá y bailaremos despacio en el salón, con "across the universe" seguro que terminamos abrazándonos. Y con "Ainda" te pasará lo de siempre, recordarás Lisboa, y se te iluminarán los ojos".

-"No, no arregla nada". - dijo él, mientras se acercaba y el cogía del brazo. - "pero nos vamos a casa, que hace frío, y estamos juntos, que es Navidad."


Ella no le miró ni giró la cabeza - "Pues será Navidad, pero te he dicho que no, no arregla nada." - dijo mientras se soltaba del brazo y aceleraba el paso, calle arriba, bajo la decoración navideña iluminada solo para ellos.