martes, 20 de enero de 2015

Lluvia (Suite Bergamasque)

Desde que amaneció llueve,
probablemente desde antes,
desde media noche,
y es una de esas lluvias densas,
pesadas, extensas,
que ocupan campos semánticos
de todo aquello que se nombra
durante ese día.
Turner, "Atardecer en un lago"

Llueve, y en los lugares
más insospechados de la ciudad
encontramos miles
de inesperados espejos
donde nos reconocemos por sorpresa
y nos asustamos,
espejos que estallan
cuando con nuestras suelas
rompemos la superficie
de los charcos.

Llueve una lluvia gris
que hace más grises
nuestros abrigos y bufandas,
que llena el espacio
de nubes grises reflejadas
en escaparates y parabrisas,
y hace parecer que también
es más gris
el blanco de los ojos
de la gente que se refleja
y conduce detrás de ellos.



Llueve una lluvia triste,
pesada, que pide,
como tu a veces,
Debussy y un té,
poca luz, y persianas a medias
para poder seguir el ritmo
sincopado y amalgamado
de la lluvia en el cristal.
John Vachon "Times Square en un día lluvioso"

Llueven gotas en las ventanas,
gotas que deslavazan la poca luz
que atraviesa las nubes,
proporcionando un tono
mestizo, denso de pasta ceniza,
azul y gris, a las manchas
que se mueven allá afuera.

Pero llueven gotas sueltas,
y esas mismas gotas,
sobre cristales y charcos,
descomponen los escasos
rayos solares, y
de vez en cuando,
entre el gris ceniza y pastoso,
nos brilla en el ojo gris,
un golpe luz coloreada.

Llueve, y esta lluvia
se parece a ti.
Pide té y Suites Bergamasques,
es inmensa y lejana,
es espejo para quien mira,
y devuelve ojos grises a quien se refleja,
y trae pequeños destellos,
como recuerdos inesperados
de una luz que uno
apenas es capaz ya
de recordar.